La estrategia del plato con la zanahoria no funciona.
El castigo y los gritos hacia los más pequeños, tampoco. Ellos hacen oídos sordos a: “¡estate quieto!”, “¡no te levantes de la mesa hasta que termines de comer! ”y “¡si no te comes la fruta, no hay helado!”. Es normal que los niños pequeños no quieran permanecer sentados a la mesa durante todo el tiempo que dura la comida.
A menudo son desordenados en la forma de comer y siempre se ensucian.
Son reacciones típicas, porque no les gustan todos los alimentos y les supone un gran esfuerzo probar sabores nuevos con texturas diferentes. Hasta aquí, todos son comportamientos propios de un desarrollo infantil sano.
La regla de oro que tienen que cumplir y asumir los padres para enseñar a comer a los niños, es ser comprensivos y tener paciencia.
Una tarea nada sencilla, si se tiene en cuenta que vivimos en un momento en el que el objetivo es conseguirlo todo en el menor tiempo posible y con el mínimo esfuerzo.
Comer de forma equilibrada desde los primeros años de vida requiere tiempo y dedicación de los padres.
La comida en familia mejora la calidad de la dieta y al desarrollo de los buenos hábitos alimentarios, ya que se asocia a comida elaborada en casa.
Los hábitos alimenticios de los niños serán marcados por los hábitos de la casa, y continuarán por el resto de su vida.