Llegan estos días y comenzamos a pensar en los inminentes regalos de navidad. Algunos precavidos ya hicieron sus listas y las mandaron al polo norte, pero a unos cuantos los días nos corren, sin solución aparente.
La lista es larga, siempre hay alguien más a quien queremos hacerle llegar nuestro cariño a través de un regalito, ¿y qué mejor oportunidad, entonces, que hacerlo nosotros mismos?
A mí en particular me gusta regalar cosas que alimenten el alma, que tengan un significado especial, y es en la cocina que encuentro la mejor opción.
Les propongo lo siguiente, el próximo domingo o cualquier día libre que tengan antes de las fiestas, dediquen un día en casa para los regalos: hagan sus propias delicias caseras, junten frascos en desuso, botellas vacías, bolsitas de papel, etc., elijan la preparación que más les guste, un toque navideño, ¡y voilá! En una tarde podemos tener más de diez regalitos, caseros, económicos y deliciosos.
Hay un sinfín de opciones para elegir: aceites o vinagres saborizados por nosotros, caramelos caseros, galletitas para guardar, dulces, escabeches, aceitunas marinadas, mermeladas, mantecas, etc.
Yo este año elegí un chutney de duraznos: una preparación a base de fruta, vinagre y especias, ideal para acompañar pollo o cerdo. La pueden guardar en la heladera un par de semanas en cualquier contenedor, o meses en un frasco esterilizado.
Así que ya tengo mi ejército de conservas, pequeños recordatorios de cariño que alegrarán la mesa de aquellos que nos alegran el año.