Llega el verano y nuestro cuerpo nos pide comidas livianas, refrescantes, ¿y qué mejor que una deliciosa ensalada? Rica, original y completa. Con ideas simples podemos volver un tomate solitario o unas tristes hojas verdes en riquísimos platos.
Comencemos por la base. Para hacer una ensalada suculenta, bien sabemos lo ricas que quedan las papas o el arroz, pero esta vez probemos con garbanzos cocidos u otra leguminosa que les guste. También anímense con cereales como la quinoa, el arroz integral, un poco de pasta cocida y fría o con un buen puñado de cus cus hidratado.
Luego podemos seguir con nuestras verduras crudas, verdes, tomates, pepino, zanahoria, remolacha, apio, endivias, etc. Aprovechemos esta época de variedad y no escatimemos en nuestras verduras.
A mí me encanta incluir también frutas. Les aportan color, humedad y un delicioso toque dulce que bien combinado, realza cualquier ensalada. Además de las manzanas y naranjas, probemos con pomelos, mangos, paltas, ananá, ciruelas, frutos rojos, duraznos. Me gusta incorporarlas firmes, casi a punto, para que mantengan su forma y aporten su acidez natural.
Para aportar cremosidad, nada mejor que un poco de queso, en la variedad que prefieras: frescos, semiduros o cremosos.
Si optaste por ponerle carnes, pollo, cerdo, cordero, pescado, mariscos, cocinarlos gustosos, a la plancha o al horno. Lo que nos queda del asado es ideal para aportar un delicioso ahumado.
Y por último, no olvidarse del toque crujiente: nueces, almendras tostadas, maní, también semillas como sésamo o girasol, trocitos de pan tostado, panceta frita, chips de boniatos o tortillas de maíz.
A usar la imaginación y cuanto tengamos en casa. Hay tantas ensaladas para probar, que el verano nos queda corto.
En el próximo tip, variedad de aderezos para ponerle moño a nuestras ensaladas.