Hace algunos años que esta suculenta fruta tropical invadió nuestro país. La encontramos desde convertida en riquísimos helados, hasta en salsas para aderezar pescado. Es una fruta que posee una pulpa maravillosamente aromática, ácida y dulce a la vez, totalmente seductora; no en vano también la llaman “fruta de la pasión”.
Encontrarla en el mercado no siempre es fácil; pero cuando la encontramos es bueno llevarla a casa, sacarle la pulpa y si no la vamos a consumir enseguida, al menos no toda, congelarla porcionada y tendremos maracuyá para satisfacer cualquier antojo.
El mejor momento para consumirla es cuando está arrugada por fuera y tiene un buen peso; allí sabremos que su pulpa está jugosa y lista. Podemos consumirla con o sin semillas, sola, en jugos, tragos, postres, salsas, tortas, vinagretas, etc.
Para un postre rápido y fácil:
Mezclamos en una licuadora la pulpa de un maracuyá jugoso, una lata de leche condensada y licuamos. Luego agregamos cuarto litro de crema de leche y volvemos a licuar.
Enfriamos un par de horas y utilizamos, ¡delicioso!
Lo podemos comer así como una cremita de maracuyá, utilizarlo como relleno de bombas, tartas o tortas, sobre helados, mezclado con frutas o con pedacitos de chocolate, imperdible...