El asado a la parrilla se realiza a temperaturas muy altas, pero sin ninguna materia grasa (aceite). La carne reposa directamente en contacto con la parrilla.
Con este procedimiento lo que logramos asegurar es la caramelización natural y superficial de la proteína de la carne, que comúnmente la llamamos “costrita”.
La misma es crujiente y constituye la capa impermeable que aprisiona los jugos nutritivos que tanto nos gustan al cortar la carne en nuestro plato.
Para evitar perder los jugos es necesario no salar y no pinchar la carne durante la cocción, para evitar canales de pérdida de los líquidos.
En cuanto a la sal, es debido a un efecto de osmosis -diferencia de presiones- que provoca que los jugos salgan a la superficie, perdiéndolos en la parrilla.
Secretos a compartir:
- Si disminuimos el tiempo de cocción de la carne, nos aseguramos que los jugos no se pierdan; porque acortamos el tiempo de contacto en la parrilla.
-Hay que evitar el salado y pinchado.
-Se debe consumir inmediatamente después de cocinado, así el jugo no tendrá tiempo de inundar la fuente de servir.
-Si desea acompañar el asado con alguna salsa, la misma debe ser más espesa, para no correr riesgos de que se diluya con los jugos propios de la carne.