Cuando el invierno se aproxima no sólo cambiamos la forma de vestirnos; también cambiamos la forma de alimentarnos. Necesitamos que las comidas nos brinden un aporte importante de calorías, pero lo más importante es que sean reconfortantes en el momento de ingerirlas.
Es aquí donde las comidas de olla toman un papel preponderante en nuestras casas y la consigna es que la misma quede sabrosa.
Algunos recordarán aquello que nuestras abuelas repetían luego de pasar algunas horas en la cocina:” La comida de olla queda más sabrosa de un día para el otro”, y no se equivocaban.
Si lo que nosotros queremos es que la cazuela realce el sabor de la carne debemos colocar la sal al comienzo de la cocción, de manera que el sodio no permita que salga el líquido de cocción y los componentes de la misma.
De esta manera lograremos que los trozos de carne no sólo queden tiernos con la cocción prolongada, sino que la parte proteica quede con todas las sustancias dándole todos los sabores y aromas que contienen.
Pero, ¿qué pasa cuando en la cazuela queremos resaltar las verduras o los cereales que la componen y la carne pasa hacer un ingrediente secundario?
En este caso, lo que hacemos es colocar la sal al final, de manera que los trozos de carne suelten el líquido de la cocción -todas las sales minerales-, quedando de esta manera la carne insípida y más dura.
Por esta razón la carne debe cortase en pequeños cubos, para que no se note que es dura y sin sabor.
Recuerden antes de realizar la preparación saber qué es lo que quieren resaltar y de esa manera, con el agregado de la sal antes o después, lo lograrán.