Terminó el verano, las vacaciones y el tiempo libre.
Pero tal vez, podamos seguir con aquella rutina que comenzamos y continuarla durante todo el año.
El ejercicio y la alimentación siempre van de la mano, si uno de ellos se ve modificado hay que adaptarse a la nueva situación.
Si decidimos realizar alguna actividad física con una frecuencia semanal debemos variar ligeramente la alimentación los días de práctica, frente a los días más sedentarios. Si realizamos actividad física sin comer lo suficiente se ocasiona un desequilibrio entre las calorías que se ingieren y las que se gastan y nos puede llevar a variaciones en la composición corporal no siempre siendo las más adecuadas.
Tips:
- El agua es el amigo número uno por excelencia, antes y durante la actividad física.
- Es bueno bajar el consumo de grasas eligiendo leche, yogures y quesos descremados. Y en cuanto a la carne comprar siempre cortes magros.
- Consumir menos fiambres y embutidos.
- Al pollo quitarle la piel y consumir más pescado.
- Consumir harinas preferentemente integrales para tartas, panes y galletas.
- No abusar del azúcar, y en el caso de usar edulcorante hacerlo en forma moderada.
- Acompañar mis platos con verduras y alguna porción de cereales. Arroz, pasta con verduras, polenta rellena con verdura, porotos en ensalada, etc.
- De postre dejemos volar la imaginación y utilicemos las frutas solas, en ensalada, con gelatina, con yogurt, en tortas por ejemplo de banana o naranja.
- Para las comidas entre horas o colaciones, podemos optar también por frutas, barras de cereales, frutas secas, mix de cereales, o yogures con cereales.
¡A seguir con la rutina física!