El "azúcar común o azúcar blanca de mesa” se obtiene de la caña de azúcar o de la remolacha azucarera y tiene como función principal aportar energía a nuestro cuerpo.
Es un alimento puramente energético, ya que lo único que nos aporta es energía o calorías. Cada 100 gramos de azúcar blanca que consumimos obtenemos 398 Kcal, pero 0 proteínas, 0 grasas y 0 vitaminas y minerales, definiéndose por ello como alimento de “calorías vacías”. Es esto lo que la hace un tanto “peligrosa” si la consumimos sin moderación.
Pero no todos los azúcares son iguales, existen tres tipos y esto depende de la velocidad con la que son absorbidos por nuestro cuerpo para ser usados como energía:
1. Absorción rápida o azucares simples: azúcar, miel, dulces, golosinas y helados
2. Absorción media: leche, banana, higo, uva, papa, boniato y choclo
3. Absorción lenta o azucares complejos: harinas, pastas, masas, galletitas, cereales para desayuno, polenta y todas las demás frutas y verduras
Como verán el azúcar blanca es de rápida absorción, por lo tanto una vez dentro del nuestro cuerpo rápidamente pasara a la sangre como energía y si comemos de más y no la gastamos, una pequeña parte se guardará como reserva, pero el resto del sobrante se transformará en grasa y se depositará en distintas partes del cuerpo, favoreciendo el aumento de peso y dando lugar a otros problemas para la salud.
No es el azúcar nuestro gran enemigo, sino nosotros mismos que la comemos de más a lo largo del día y de nuestra vida.
Salvo quien por indicación médica no puede consumirla, el azúcar en pequeñas cantidades dentro de una alimentación saludable es buena y hasta aconsejable.